12 de abril de 2010

Como si fuera yo Don Quijote (III) de Valdepeñas a Daimiel.


Viernes. Qué rápido se pasan así los días. Tengo las gafas tatuadas en la cara por el sol. Creo que se me caerá la piel, para variar. Enciendo el forerunner y lo coloco en la bici. Funciona. Gracias. Desayuno frente a los dos chicos del atleti que se alegraron tanto anoche y salgo por donde vine, dirección Almagro, por Moral de Calatrava.
Almagro está como de visita obligada en el Plan Alfonso, así que será mejor no saltárselo y hacer caso. La entrada al pueblo es un pequeño anuncio de lo que una se encontrará al adentrarse en él: casitas blancas, impolutas y alineadas, con sus balcones de forja y sus tejados. En la plaza mayor, dos enormes edificios enfrentados, de cristaleras de madera verde y amplios soportales, la invitan a una a candar la bicicleta y tomarse una caña al sol. O dos. Y unas migas. Gracias.
Tras la obligada visita al Corral de Comedias, pongo rumbo a Daimiel por una carretera secundaria agradable y muy rodadora, llana llana entre cambio y cambio de rasante. Y la Meseta a ambos lados, tan amplia...
Por asuntos logísticos que no vienen al caso, la ruta debía ser de sólo cuatro días y no de cinco como estaba previsto, así que no atenía más remedio que saltarme una etapa y tomar un tren entre Daimiel y Alcázar de San Juan. Ese pequeño inconveniente hacía que el tiempo destinado a visitar Las Tablas de Daimiel fuera algo menos que mínimo. No obstante, había que intentarlo, así que pedaleando todo lo que era capaz, tomo el camino que conduce al parque nacional y recorro los siete kilómetros que hay hasta la misma entrada del parque. Y allí mismo, donde ya se veía agua y algunas aves regresadas en celebración del buen año hidrológico, me tocó dar la vuelta hacia Daimiel sin apenar parar ni a disfrutar de lo poco que se veía.
¿La estación de tren? ¡uy...no sé si llegarás, que está muy lejos!

Cuando por fín recibí indicaciones precisas, pude llegar a la que en ese momento pensé que era la estación de ferrocarril más desierta de España. Y de allí, en tren, me trasladé hasta Alcázar de San Juan.
86 kilómetros. 16km/h. Mil ciento sesenta positivos, mil ciento cincuenta negativos. La prueba irrefutable de que, en Castilla, todo lo que sube, baja de nuevo, incluso cuando una no vuelve al punto de partida.

5 comentarios:

Genín dijo...

Tengo una buena amiga medico en Almagro y me cuenta maravillas de la zona.
Espero que ya no arda la turba en Las Tablas de Daimiel, uno por las lluvias y otro por el trasvase que hicieron antes de que lloviera...
Besitos y salud

Portolés dijo...

De ver tus comentarios me dan ganas de ver el paisaje de Daimiel en Junio, que este año hay agua! Ya tengo montada las primeras dos etapas de Toledo a Consurga y luego Daimiel y almagro
En este link podéis ver la primera versión de la ruta.

Un saludo!

sinsuela dijo...

A ver ese final si llega...

Mmmhhh... viendo esas migas con sus uvitas y todo entran ganas de comer, jeje será la hora que es :P

depiedraenpiedra dijo...

Creo que las tablas ya no arden genin...¡¡y invítate a visitar a tu amiga!! es preciosa y muy interesante, Almagro.

Buenas portolés ¡¡buena ruta!! Te saltas villanueva de los infantes que es tb un pueblo de típica visita, pero es que todo no se puede!!

Ya está el final! sinsu. Ya quedaremos para unos montaditos, a falta de migas...

Alfonso dijo...

No se si Almagro era lo que yo esperaba, no lo conozco más que por referencias. La meseta desde luego no es una sarten al revés con esos metros de desnivel.