16 de noviembre de 2010

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Se me olvida, se me olvida lo que hago...

El caso es que tampoco ha sido gran cosa. No obstante, lo cuento, por no terminar de olvidar, aunque alguna cosa sea, efectivamente, para el olvido.

No lo fue la tardecita de escalada ligera que tuve con el Rubio y el otro compañero que, para variar no se llama Oscar. No-Oscar, le llamaremos, para preservar su intimidad. Poco hice, pero lo poco que fue, me supo a gloria por la tranquilidad con que lo hice.

Por otra parte, resultó que unos días después del camino me había dado por salir a rodar por carril bici, por eso de ir haciendo algo sin terminar de jorobarme los gemelos que los tengo fritos de poco cuidármelos. Y debió darme demasiado el sol, o quizá ingerí demasiada agua de golpe, que no se me ocurrió otra idea más feliz que la de apuntarme a la Media de Xirivella. Media de "media maratón". Media maratón de asfalto, para ser más concretos. Una corre a ritmo tortuguilla durante un rato por un carril bici, y ya se cree la versión morena (y alta, con perdón) de la Marta Domínguez.
Total, que me presenté en Xirivella con Paco, al que había liado para que corriese un rato por las calles del pueblo en cuestión. Y cuando estaba de pie allí plantada, en esos minutos de apretujamiento justo antes de que se diera la salida, me dio por pensar que 21 kilómetros era muchísimo y que yo hacía una barbaridad de tiempo que no corría tanto por llano. Y empecé a preocuparme.
Los auriculares del Ipod shuffle se me volvieron a espachurrar, y llevo 3, a 30 euros por cada uno... me hubiera dado para comprar un Ipod Touch.
Y qué bien me siento y cuánta alegría despido. Supongo, por otra parte, que ese qué y esa cuánta siguen llevando su preciosa tilde diacrítica.
4 kilómetros y alegre voy por las, llamemos "concurridas", calles de Xirivella. Por sus huertos y su polígono industrial. A 5'20", 5'15", 5'18" minutos los kilómetros. 5, 6, 7 kilómetros y mi alegría no tiene fin. Cuando paso el diezmil en 53 minutos comprendo que, irremediablemente, me queda poco de vida. Y lo peor es que ya no hay vuelta atrás. Por el kilómetro 12 andaba yo ya buscando a Paco con la vista, a ver si eso de llevar compañía me devolvía algo de la alegría derrochada. Pero no, pese a sus incombustibles ánimos, yo andaba (trotaba) más muerta que viva y deseaba que de una vez acabara semejante suplicio.
Y qué calor.
Antimarca de todos los tiempos: 2 horas 2 minutos que no quedan reflejadas en ninguna parte porque corrí con el dorsal que me regaló Charly, que tenía compromisos en Villena-Gracias Charly- y porque, por eso mismo, no pasé por el lector de código de barras. La cosa es que entré muy acompañada, no sólo por Paco, sino por más gente que también tiene a bien correr medias en dos horas. O más
Y al día siguiente apareció aquella de la que me había olvidado: "LA AGUJETA"
Ni para arriba, ni para abajo: sin darme cuenta, estaba naciendo el "Modo Petete".

Y con el Modo Petete ON, me fui para Madrid, como cantan los de El Barrio, sin remordimientos, a hacer un curso de protección contra incendios que resultó bastante entretenido, llamas por aquí, llamas por allá. De salir por el Retiro, esta vez nada de nada, que nos dio por ir a ver el Musical de los 40 y no había tiempo para todo.

Y ahora estoy en fase de andar con planes, entre pitos y flautas: rodaditas, escaladitas, bicicletitas... quién da más.


2 comentarios:

Lola Steiner dijo...

Pues carreritas! Por aquí te andamos esperando para hacer alguna chachi. :)

depiedraenpiedra dijo...

eso haremos!!! :) en cualquier momento que haya una bonita.