10 de septiembre de 2011

TMB I: De Les Houches a Le col de la croix du Bon homme

Un cargador de pilas, un cargador solar, un cargador eléctrico. Electro-dependencia. Sin electricidad no hay fotos. Sin fotos sólo queda el recuerdo trastocado por lo que hueles, por lo que notas en los pies, por el aire en la nuca, por el cansancio... No es el mismo Arco Iris sobre el glaciar, ni la misma puesta de sol. Ni el mismo Cervino asomando tras aquel circo. Aquellos que vi eran otros, y eran sólo míos. Los de las fotos son simples imitaciones, casi in-reflejos. No consigo captar nada más. Es imposible, hay que olerlo.
Y sin embargo, aún siendo tan poco fieles, necesito intentar guardarlos, compartirlos, contarlos.

Salimos los dos humanos y el perro (la perra) de Les Houches a las 8 de la mañana, no hemos empezado y ya llevamos dos horitas de retraso, no está mal. Comenzamos subiendo, subiendo bastante por pista hasta el Col de Voza y hasta ciertas pistas de esquí, donde recuerdo que el año pasado, durante el triste UTMB, paré a ponerme o quitarme el chubasquero por enésima vez. Esta vez no hace falta chubasquero: luce el sol y las ovejas y cerdos pastan despreocupados tras sus cercas. Por mi parte, nunca había visto cerdos pastar.
Bajada pronunciada por las pistas de esquí y pronto estamos en Sant Gervais, el pequeño pueblo donde el año pasado terminó El Sueño.
Desde Sant Gervais tomamos un precioso sendero fluvial por el que llegamos a Les Contamines, y desde el que emprendemos el camino hacia Nôtre Dame de la Gorge.
Nuestra Señora de la Garganta. Atravesamos un parque precioso, cuidado, donde el ayuntamiento, o quien sea, ha sabido aprovechar cada juego de la naturaleza para crear pequeños rincones donde practicar diferentes deportes: allá se escala, allá se pesca. Allá puede montarse a caballo y aquí delante practicar tiro con arco. Y el camino, el camino puedes hacerlo corriendo, o en bicicleta, esquiando o en raquetas. Al final, el destino es el mismo: Nôtre Dame de la Gorge.

Roma corre como loca, y por allí encontramos a varias decenas de personas de excursión. Abajo, un gran cartel de madera nos indica el estado de los refugios más próximos: La Balme, Les Mottes, Le Croix de Bonhomme.

Parece que en ese punto acaba una etapa, así me siento yo.
Además, comienza a chispear. Quizá empiece lo bueno.
Comenzamos a subir por un sendero de piedra que va remontando el río (le Bon Nant) y rápidamente vamos ganando altura. El terreno empieza a dejar de parecerme ciclable, va desapareciendo el precioso bosque donde habíamos estado metidos y aparece el espectáculo de la altura: pura piedra, niebla, valles profundos.
Llueve algo más intensamente cuando llegamos al Col du Bonhomme (2329m). Túmulos y montones de piedras, y nosotros, profanos, ni una canica dejamos a nuestro paso. Y es que allí, en el Plan de Les Dames, bajo aquella montaña de piedra, yacen enterradas una gran señora junto a su criada, que murieron de frío cuando volvían a Francia desde Italia, al verse, de improviso, envueltas en una niebla densa y fría. Casi como la que nos envolvía a nosotros, vamos.


La caseta del Col du Bonhomme nos llamaba como sirena. Un abrigo en mitad de la nada. Paramos y, tras comer algo, continuamos por un camino que continúa lo anterior, entre piedras y tierra, pequeñas cimas, colladitos. Hasta que llegamos al Refugio de la Col de la Croix du Bonhomme justo cuando empezaban a dar la cena. Afortunadamente había sitio y Roma también tendría un lugar caliente donde pasar la noche.
Cuando uno tiene frío se vuelve políglota. Al poco rato y sin cambiar estábamos ante un estupendo plato de polenta y unos vinos. Fríos a mi. O nieblas, o tempestades.
Y el queso. ¿ambulancia? Ambulancia no, hombre, Abundancia. Abondance.

40, 31 km. 11 horas con todo incluído. +2787 m, -1300 m.

3 comentarios:

Genín dijo...

A mi me parece una idea excelente lo de escribir este blog, aparte de lo que disfrutamos de tus escritos, tu debes disfrutar cuando escribes, es como volver a hacer tus excursiones, pero esta vez descansadita, confortable, incluso supongo que escribiendo, te darás cuenta de cosas que te acontecieron y pasaron desapercibidas...
Besitos y salud

depiedraenpiedra dijo...

Es exactamente eso Genín...me da tanta pena, y tanto miedo, olvidar.... :)
un beso!

Tawaki dijo...

Las fotos nunca hacen justicia a lo que vemos, pero por otra parte fijan los recuerdos en nuestra memoria.

Cuando me preguntan que por qué hago tantas fotos les digo precisamente eso, para no olvidar.

Ún abrazo.