Musicalmente

Lunes Piscina, por supuesto.
Mil doscientos metros de crol, me siento muy bien y tengo una calle para mi ¿quién da más?. Los gemelos levemente cargados, nada más. Esto marcha.
Martes Anoche recogí la equipación del club. Sólo tenían la malla, de la camiseta nada se sabe. Así que hoy a mediodía me la estreno para probarla, junto a la camiseta de la bolsa del corredor de la media del domingo. Qué estilazo por favor. Y el bañador debajo para después...y el mp3 del cuello...y la botellita de agua...¿y dónde está mi reloj? Bah, da igual. La malla es muy cómoda pero sólo tiene un ridiculísimo bolsillito interior en el que no cabe más que...¿ que qué? no sé, puede que quepa una caja de cerillas, que es algo que con toda probabilidad nunca tendré que llevar encima.
Música. Mika y Grace Kelly me llevan hasta Lidón... I could be brown - I could be blue- I could be violet sky ... sigo subiendo, los recolectores de naranjas hacen una gracia de esas tipo "un dos un dos" y ni me inmuto.
Ya no oigo nada. Se apaga. Escucho sólo las zapatillas. Estas suenan mucho, las otras se oyen menos. Menos mal que el domingo me puse las viejas... Enciendo de nuevo el cacharro..."yo no puedo darte el corazón /iré donde quieran mis boootaas" Mis botas quieren seguir hasta San Roque y dar la vuelta justamente allí. Voy muy lenta, mucho...
Entre Bunburys, revólveres y Zepelines, llego al auditorio y a la piscina. Cuarenta minutos, siete kilómetros. Y cuatro veces se ha apagado este bicho.
Ochocientos metros de crol, en una calle compartida con una mujer y hombre de psicodélico gorro. No da tiempo de más.