Deltoya

Domingo Con el fin de no fastidiar el descanso ajeno, decido salir a entrenar la marcha de Benicassim con aquellos que habían quedado en el cross. Pero diluviaba en el lugar y se aguardó a tiempos más estables delantes de unos cafeces.

Al final, clareaba, así que no era cosa de hacer más el tonto, sino de salir a entrenar la bendita marxa. Y para allá que nos vamos. Y empezamos, hacia el norte como los valientes, pero yo algo más despacio. En fila se va subiendo y como que se me atraganta la subidita: venga a respirar y venga a ir mal de piernas. Y venga a dolerme toda articulación viviente con fractura anterior, que ahora que pienso, son más que las que nunca han tenido nada. Pues menuda risa, yo alcanzo a Karmele y me doy media vuelta... suerte o desgracia de trueno que hace que más de una nos planteemos el futuro de la expedición. Por órdenes de Mister Miguel subimos algo más y atajamos por donde él indica, asunto que hace más entretenida la vuelta que si la hubiéramos hecho por donde mismo. Llegando al punto de partida ya no llueve, y ya voy mejor porque todos y todas sabemos qué pasa cuesta abajo...que todo (y sí, he dicho todo) rueda. Pues de 20 kilómetros planeados llevamos siete y pico. Pues bueno, como está despejado, decidimos hacer otro kilometrillo, y en un periquete está hecho. Así que al final sale poco más de diez kilómetros y horita y media. Que es mejor que nada pero peor que algo ALGO.

Y tras las cocacolas cortesía de Karmele y Manager, charlamos un poquito los 7. De diezmiles y Villafameses. Y de Extremoduro, que para algo han vuelto. Y yo con estos pelos y sin mi camisa a rayas.

Y después mil metros de crol, que vacía está la piscina sin gente.