El invierno

Lunes comencemos la semana con buen pie, que lo que mal empieza, mal acaba. Tras el discurso catastrofista, salgo de la piscina, no sin antes pelearme con mi nuevo candado: a peor la mejoría. En la ronda este debía tropezarme con Irene, pero pasan los metros y los kilómetros, y me cruzo con el jefe, y siguen pasando los metros, y Berto  que va...e Irene que no aparece. Llegando al final, me la encuentro tan campante. Bueno, hoy haremos larguillo. Charlando y cotilleando de asuntos varios de interés nacional como el ahorro de once millones de euros que supone el cambio de hora y de otros de ámbito más local y doméstico, nos hacemos una ronda de vuelta y un grao de ida más otro de venida. Y cuando estamos en plena despedida presenciamos un casi atropello. Qué susto. Doce kilómetros, hora seis. A cinco treinta señores. Ya le decía yo a Irene que me encontraba bien, pero que no podía correr más rápido (o dejaría de encontrarme bien). 

Martes lluvioso. Ha llegado el invierno, y con él, el frío polar. Así que vuelve el spinning, actividad indooor que no había echado en absoluto de menos estos meses. Monitor nuevo, guapete para variar pero el pobre tan soso...guiños de ojos para animar donde otros gritarían,subirían la música y agitarían la camiseta. De pronto una canción explícita de reguetón o queseyón hace volar mi espíritu hacia el The Wall que acababa de sonar. En fin, Nivel III sin demasiada gracia, estiramientos en silencio y la sensación de que una clase de Yoga hubiera sido más divertida.

El miércoles siguió siendo lluvioso, desde la Torre 5 Penyagolosa se veía tentadoramente nevado: mañana descanso. Por la tarde el día mejoró y solamente hacía frío polar, o quizá un poco menos. A las siete y diez me pongo en marcha y cojo a Irene por los pelos (no literalmente) en el final (principio) de la Ronda. Grao ida y vuelta, los cotilleos y casa. Me siento algo cansada y me duelen la planta del pie derecho y todas las articulaciones desde las caderas hasa los tobillos. Lluvia del copón. Diez kilómetros setecientos, hora tres, a cinco cincuentaynueve el mil.