Cosas de la edad

Domingo...Curiosamente tengo un montón de familia (o tenía o tuve) con este festivo nombre. Qué cosas.
En fin, ya era día de hacer algo, así que algo más tarde de lo que debíamos, salíamos Rubens y yo de Benicassim, y tras saltar algunas verjas¨ya andábamos rumbo al desierto. Como no sabíamos muy bien a donde ir, nos dejamos llevar, de un lado a otro subimos y bajamos. Font de Roc, desvíos, pistas...Y trotando y andando, terminamos un rato de entrene. Y menos da una piedra.
El lunes me cruzo con Irene la rauda allá en el quinto pino. Rubens sigue de largo y nosotras, charlando para variar y al trote de casi siempre, seguimos hacia el Grao y volvemos y terminamos nuestro rodaje. Este vez casi casi, quince kilómetros. Ferpecto.
De Martes a Jueves desaparezco de la faz de la tierra, pero el viernes reabro los ojillos con ganas de marcha. ¡Al desierto! Por primera vez en mucho tiempo logto llegar sin parar de trotar desde el Bruno hasta lo alto del Bartolo. Claro está que caminando hubiera tardado practicamente menos, pero ese no era el plan. Breve descanso y descenso hasta el monasterio por la senda descompuesta. El domingo voy a montar un tapón del carajo. O no. O yo que sé. Espero que no, a mi, que me adelanten. Yo me haré a un ladico. Desde el Monasterio, otra vez un poco para arriba, pista del Bruno, Bruno, Mas de Alicia y ya tenemos los diez kilómetros mínimos para que esto cuente. La cosa es que sobre el ocho es cuando me empiezo a sentir persona. Mi cuerpo cambia, será la edad. Y eso me hace recordar aquel grupo...aquella voz de pito...aquellas risas malvadas.