Desiertos.

Hay veces que una se encuentra un desierto donde menos se lo espera.

Sábado. Última tarde. Escaleras.

El Domingo bici. Llegué tarde para variar y con una bici prestada. La mía sigue sin frenos, a no ser que ellos solitos se hayan regenerado, cosa bastante improbable. La bici prestada lleva los pedales de la muerte, esos de los cuales no puedo sacar la zapatilla sin correr serio riesgo de hostiarme. Con eso y todo, allá que nos vamos Ana y yo. Rumbo al mundo, intrépidas aventureras.

Qué mejor modo de empezar una intrépida y salvaje aventura que atravesar Castellón y sus rotondas hasta alcanzar el carril bici que nos conduce a Borriol.

Y de Borriol ¿a dónde? ¡¡a la Pobla Tornesa!! ¿por donde? .Por el simpático caril bici de las tres cuestas al 17% que a algún sádico parecieron buena idea. esta crónica me suena, y ese carril bici también. Tras subir el segundo repecho paro en seco, como si fuera nueva, y se me suben las lucecitas a los ojos y la respiración se torna complicada. Y allí nos quedamos esperando a que se pase. Todo el mundo sabe que no se debe parar de repente.

En marcha, tercer repecho y ya lo tenemos. Pobla Tornesa, Cabanes....Y ese tramo en obras, entre subidas y bajas que tiene la pendiente justa para mi. ¡¡Cómo disfruto!! como una enana.

Bajamos por la carreterita hacia Oropesa, esa que cruza el desierto entre vaivenes y que nos deja disfrutarla. A la derecha, por camino asfaltado, me había dicho Miguel. Y a la derecha nos vamos, Ana conoce el camino.

Cambio de guía.

Font del Perelló. Vaya, pues resulta que yo también conozco este camino, por aquí he entrenado a pie varias veces. Incluso una vez nos salió un jabalí a Rubens y a mi.

Más arriba hay una finca con burros. Tienen cara de simpáticos.

Y más arriba hay...otra fuente. La font Tallá. Pero para llegar a ella tenemos unos pequeños repechos hasta del 14%. No se me hacen demasiado duros, me esmero un poquito y llego arriba con el plato pequeño pero con muchos piños de margen. El agua de la fuente está tan buena...

Ana llega bien y temerosa de lo que nos espera, sin embargo pronto nos damos cuenta de que lo peor está hecho. Estamos en la carretera del desierto. Sólo queda subir hasta el Monasterio.

Y a ello nos ponemos. Y en la Font de San Josep nos reagrupamos y celebramos lo bien que está saliendo la rodadita.

Bajando el desierto Ana se coloca delante, y yo levemente detrás. Hasta mi falso llano preferido.

Y volvemos por San Roc de Canet.

56 kilómetros. No ha estado nada mal. La próxima vez, lo mismo pero más rápido.

El lunes, Fiesta Nacional. Y el día de la Raza. Y el del Pilar. Medio mundo de fiesta, por unos u otros motivos. Y yo de relax más sobrevenido que buscado. Pero a las seis de la tarde me está picando todo el cuerpo. Neremóvil, dirección: magdalena. Propósito: rodadita a pie tranquila, de experimentar, de pensar, de no pensar.

Lo mismo pero al revés, tomo el famoso PR de las últimas veces, que ya lo tomaba antes de que fuera PR y lo sigo hasta que me aburro. Donde normalmente sigo hacia la derecha, esta vez decido seguir a la izquierda, y descubro de esta manera más agua en el desierto. Y un barranquito.

Al cruzarlo y subir por el sendero que continua al otro lado, me planto en la carrtera. ¿y ahora?

Pues carretera, hasta que se pueda. Y hasta dos kilómetros más arriba no pude, o no supe poder. Me desvío a la derecha por el mas de Bover, y continúo subiendo encontrándome sin querer con el Mas de Chiva, que a estas horas empieza a dar ya un poquito de mal rollo. Y continué subiendo hasta que el cielo estaba demasiado rojo y el sol demasiado bajo y decidí sobre la marcha que tal vez lo mejor era dar media vuelta. Y media vuelta di, regresando al Mas de Chiva, más y más tenebroso, y al barranco y a la senda, y, dejándome caer por la carretera, llegué de nuevo a la Magdalena y al coche.

Porque a veces, hay que saber dar media vuelta. Aunque se vaya a pasar otra vez por lo mismo. ¿será de cobardes?