Tira que te va

DEFCON tres. O lo que es lo mismo, estoy al loro con la patilla. Que si duele, que si molesta...tengo más teclas que un piano. Lo noto, persiste. Aunque me deje andar con comodidad, ir en bici y hacer todas las tonterías que se me ocurren a diario: ahí está.

El Martes tocaba rodadita de toma de contacto, que ya ha llegado el otoño y es momento de ir preparando la media de Castellón, o la de Valencia, o alguno de esos diezmiles que proliferan a diestro y siniestro. Desempolvadas las zapatillas, corro rauda hacia Lidón. Y tan rauda. Arrancadas de caballo, paradas de burro. El tibial se carga, el isquio molesta. [modo tiochungo on] ¿quién me ha puesto la pierna encima? [modo tiochungo Off] Cuando llevo poco más de dos kilómetros, decido tomarme la vida con mucha filosofía, como el Confucio aquel, el chino japonés de lo más antuiguo que inventó la confución. Llego a la Magdalena a ritmo de trote lastimero y a partir de ahí parece que me compongo levemente y puedo acelerar un poquito el paso. O será que voy tan entretenida esquivando los socavones e hiperbaches que han dejado las lluvias que ni me entero de lo demás. 15800 metros, de los cuales sólo en 6800 me sentí un poquito bien. Y un poquito feliz.

El miércoles me atreví con Irene, esa amiguita mía que corre por ahí a 3:30 porque dice que va cuesta abajo. No las tenía todas conmigo, pero como podían más las ganas de cotillear, decidí salir. Y qué desastre. Calculé el tiempo con las pestañas, así que me la crucé dos kilómetros antes de lo previsto, MAL, cuando aún intentaba calentar. Charla y charla, pero sin quitarme las molestias ni del isquio, ni del tibial, ni de la cabeza. Al llegar al Grao suplico clemencia, que se me concede. estiraremos...

Media vuelta, y no alargo la salida ni cien metros. Desastre total. Ocho kilométros.

Jueves y viernes, lalala lalala. Mientras menos hago, más me molesta.

Me voy a nadar.