Kalenji tobillito

Viernes lalala.

El sábado salí de trabajar casi vestida de corredora, recogí a Rubens y en un momentito nos plantamos en la Font de Sant Josep para hacer el entrenillo tipo de los tiempos de la Marxa de Benicassim. Dos horas debería costarnos. Y la verdad es que no fue del todo mal, me daba la sensación de que estar parada toooda esa cantidad de días (10, he dicho diez) me ha servido de algo. No sé si algo físico o algo mental, pero de algo. De algo bueno, claro está.

Las zapatillas no me iban del todo mal: repentinamente, el día anterior me había dado un ataque de innovación y me había comprado unas Kalenji nosequé, que, costando la mitad que las que normalmente llevo, podían ser el descubrimiento del año.

Y saltando iba yo por el monte pensando en que no notaba la diferencia entre ambas, cuando de repente...

ZAS

La primera en la frente, será casualidad o no será, pero me tuerzo el tobillo como siempre y me voy al suelo como nunca, en la senda rota que baja del Bartolo, la de siempre. Pues no está la cosa para tonterías, que el lunes tenemos fregao de los gordos, de esos que se esperan durante meses....

Me puse de pie y seguí al mismo ritmo, pero algo más pensativa.

Dos horitas seis minutos.

El domingo tenía pensado hacer algo parecido, pero me levanté con unas molestias en el tobillo que se trasladaron al cerebro. Radio salil, tobillera y poco movimiento. Mano de santo, oiga.