30 de julio de 2011

para qué elegir

El día siguiente era 15 de Julio. Y ese día era el diezmil de la playa de Moncofa. Y ya no me acuerdo a santo de qué me apunté a semejante cosa, pero la realidad es que eran las 6 y algo de la tarde y estaba bajo el sol abrasador, vestida de corredora entre un montón de personas que parecían tener tanto calor como yo. Entre ellas Rubens.
Diezmil metros. Con lo que odio yo esa distancia, demasiado corta como para ir tranquila, demasiado larga para irse de rositas. Dan la salida y no tengo más remedio que ponerme a correr como alma que lleva el diablo, como si me fuera la vida en ello. Y tras esa salida lo único que pude hacer, ya que desafortunadamente no soy de las que tiene un dios a quien encomendarse, fue entrecerrar los ojos y dejar que pasaran los kilómetros uno a uno. Y cuando quise darme cuenta estaba entrando en meta con 50'40", que es mi segunda mejor marca de diezmil de todos los tiempos, cosa que me hace pensar en tres cosas:
1-Tengo una marca de diezmil horrorosa.
2- No sé correr diez kilómetros.
3- Mientras menos me preparo una carrera, mejor me sale.

Conclusión final: No saques conclusiones.

Pasaron algunos días más, y se me ocurrió la brillante idea de subir el desierto en bicicleta. Subir por Castellón, bajar por Benicassim. Con Rubens, que está ciclista perdido. Que si yo subo más rápido que tú, que si no, que si por aquí, que si por allá. Por la boca muere el pez.
Nos turnábamos en la subida hasta que aquel tipejo en bici de montaña se me colocó detrás bien acoplado y Rubens decidió que no iba a ser adelantado. Mientras yo intentaba sin éxito dejarlo atrás, el fulano se coloca a mi lado, me mira, se despide y se pierde. Y yo estaba demasiado cansada hasta para echarle siquiera una triste mirada de odio.
Al final Rubens me sacó un minuto. Y poco fue. 34 km.

Al día siguiente me quedé totalmente dormida y me despertó la llamada perdida del ciclista anunciando que ya estaba en mi puerta. mierda-mierda-mierda-¡joder!
El casco, la ropa, las gafas, dinero...zapatillas...¿qué me falta? ¡la bici! joder, la bici. Y una barrita, o dos. De estas mismas. Y de estas. Y el fore, me falta el fore.
¡Ya estoy! anuncio como si fuera temprano.
Y comenzamos: destino Benicassim. En Torre Bellver descubro que las cuestas de Oropesa, no es lo mismo que Oropesa por la costa. Y que las cuestas de Oropesa, son menos cuestas que las cuestas de Oropesa por la costa. ¡Rayos y truenos! ¡ectoplasmas!¡bachi-bozuk de los Cárpatos! ¿qué repámpanos he estado haciendo yo yendo a Oropesa por las infernales cuestas de la costa, existiendo las cuestas de Oropesa?
Total que llegamos a Oropesa charla por aquí, charla por allá. Me pregunta el Ciclista si nos metemos por la nacional, y yo, que me fío de él, le digo que sí. Instrucciones y en un momento ya estamos desviándonos en la Ribera de Cabanes. Puertecito.
Habrá que tomárselo con calma, la carretera es ancha así que no hay problema para ir charlando en paralelo. Y quinto turno arriba, quinto turno abajo, de pronto habíamos llegado a Cabanes, a pesar de la pendiente y habiendo dejado atrás las pequeñas gotas de lluvia que nos habían caído un ratito antes. Pues ya hemos hecho más que el Greg Lemond, que me dicen que abandonó en esa subida durante una vuelta a la Comunidad Valenciana. Y estaría encantada de poner una reseña bibliográfica, pero esta información pertenece a mi rumorología. El que quiera más información, que me pida el número del Meditante.
Agua de la fuente y fartón, ya estamos listos para seguir adelante. Carril bici hasta La Pobla, autovía hasta Borriol. Y de Borriol a la playa. 70 kilómetros. Progresando.



Ese día debía tener yo un ataque de vigorexia, porque después de comer, descansar un rato y pensarme si ir o no al concierto de Calamaro en Valencia, acudí a la Magdalena donde un montón de amigos habían decidido comenzar una rodadita de las de siempre. De las de tantas y tantas veces. De las que echo de menos. Aunque no hubiera dudado en irme al bar si la Kiya me lo hubiera pedido, insinuado siquiera. Pero no, si se queda para rodar, hay que rodar. Y comenzamos por el PR 378, y nos desviamos a la izquierda, por uno de esos caminos de los que la Veloz me decía "todos los desvíos a la izquierda llevan a Raca". No me encuentro mal subiendo, para ir con el gancho y estar doblando. Es más: me atrevería a decir que me encuentro bien. ¡qué caña!
Pero bueno, esto del fondo es cuestión de tiempo, y las sensaciones van y vienen. Dice Ximo que hay un camino que baja por....


Quizá fuera por ahí. No lo sé. Y nunca lo supimos, porque dimos media vuelta y volvimos por...


Por ahí, que era más corto.
Ellos iban bajando y nosotras también, sólo que más despacio. "cuando lleguemos, les pedimos disculpas" Que buena chica. "¡cuando lleguemos lo que vamos a pedir va a ser una explicación!".
Allá abajo estaban, con caras de circunstancias. Mejor seguimos, si protestamos sólo de vicio.
Once kilómetros entre amigos, hora cuarenta y poco.

1 comentario:

Genín dijo...

Pero como es posible que te machaques de esa manera con el calorón que está haciendo...
Yo me recluyo en el ranchito con el aire a tope y no asomo la nariz hasta que salgo a caminar una horita a partir de las 20,45 mas o menos, y aún a esa hora hace una caló que te cagas!
Pero menos, se puede andar casi sin sol...jajaja
Besitos y salud