Una de romanos

Hace tiempo que me había hecho con un día de fiesta extra para el Domingo. La media de Sagunto, que me hacía ilusión, y más sabiendo que a la de Benicassim no iba a poder ir. Así que, medio mentalizada y olvidando el virus estomacal, me pongo a calentar brevemente cerca de la salida. Me siento bien ¡salgo!. Roberto y sus mucosidades están por ahí cerca ¡repartamos virus por el mundo, amigo!
Empieza la carrera y...bueno...pues como últimamente: colocadita por ahí detrás y a mi ritmo bueno. Los primeros ochomil setecientos metros transcurren plácidamente entre pequeñas subidas y bajadas y falsos llanos, entre 5'02" y 5'25". A partir de ahí comienza lo bueno: primer repecho. Sólo es un kilómetro y algo, pero bueno, ya bajo el ritmo sin remedio hasta los 5'50". Y a partir de ahí ya no soy dueña de mi, voy haciendo, sin forzar y sin sentirme ni mal ni bien: por encima de 6'. Es una especie de resignación extraña "es lo que hay". La carretera de Albalat del Tarongers me resulta bastante familiar, por ella pasé dos o tres veces este verano tras terminar la vía verde en Torres-Torres. Entonces las cuestecitas me parecían algo más alegres. Un poco después de pasar el kilómetros quince, ya estamos de vuelta y hacia abajo, sobre 5'25" cada kilómetro. Al final llego a meta con una horaza y cincuentaynueve minutones. Y 21280 metros según el fore. Ya tengo otra más.
El problema viene cuando me enfrío y no puedo apoyar el pie derecho en el suelo...Visita al podólogo requerida.

El lunes ya no me duele el pie, pero quiero probarlo un poco. Salgo de casa algo más tarde de lo normal y me encuentro a Irene cerca de la Cámara. Caritas de cansadas. Vamos hacia el Grao, pero hace muchísimo humedad, damos la vuelta en la rotonda anterior. Esto no puede ser bueno. Llegando a casa me duele el pie de nuevo, pero donde siempre, no donde me dolíó ayer...visita al podólogo concertada. Ocho kilómetros seiscientos, a seis minutos por kilómetro.