de noche

Lunes, descanso activo. Ayer estaba tan bonito el cielo...que nos dio por que había que subir de noche. No al cielo, claro. Al Bartolo. Curioso, porque de noche, el cielo no se ve. Pero por ahí nos dio.
Patrykinder me recoge al son del voy a vivir de cruzcampo, y llegamos al Monasterio nuevo en un periquete. Las campanas tocan las nueve. Subimos por senda hasta la pista que conduce a Bartolo, mirando postales y fotos viejas. Hoy toca descanso, así que estamos vestidas de persona, no hay que correr.
En el desvío hacia la cima... "¿y si hacemos las crestas?"...."vale, yo no tengo prisa".. En realidad no estamos del todo seguras de por donde se sube...Pero en el momento justo, nos desviamos. Subida dura por senda. Piedras, ¿por aquí va la carrera?
El sol se pone a nuestra izquierda, y a la derecha, la Plana cada vez con más y más luces, urbanizaciones, rotondas, coches...al otro lado, el cielo rojo. Y de frente, sombras."mejor sacamos el frontal". La senda no es del todo fácil, aunque no tiene pérdida, sólo hay que seguir de frente. Vamos por un sendero local señalizado, eso también ayuda. Coll de la mola, hacia adelante, cim del Bartolo. Noche cerrada. Un escorpión nos saluda.

Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí.

La Cruz se alza de pronto, entre centros de transformación y ruidos eléctricos.
La enfocamos con la linterna, pensando en quien, en ese momento, desde la costa, estuviera mirando.
No vamos a Les Santes, seguimos hacia Bartolo con paso ligero. Y llegamos a la extraña soledad, iluminada, ruidosa y visualmente contaminada. San Miguel en su ermita corona la montaña, setecientos veintinueve metros.
Amenizamos la cena charlando de películas japonesas de terror y de niñas vestidas de blanco.
Cuando se levanta viento, llega la hora de bajar de nuevo. Por la pista, rápidamente.
De vuelta, contacto visual con un zorrito. Tiene miedo.
Menos mal que hoy era nuestro día de descanso...nadie habló de la noche. Ya son las doce.